Hace tiempo se habló de un posible sistema operativo de Google, y algunos también elucubraron sobre la aparición de un navegador propio. Los que entonces hablaban de aquellos dos proyectos probablemente no se daban cuenta de que en realidad no eran dos desarrollos distintos, sino uno solo, distinto a todo lo que hemos conocido. Al menos, eso es lo que pinta sobre el papel este “navegador” de Google que realmente no sé ni como llamar. Cualquiera que sepa un poquito de esto y se haya leído el famoso cómic dibujado por Scott McCloud en el que se desvelan las prestaciones de Google Chrome se habrá dado cuenta de que esto no es un navegador. Es, más bien, un nuevo concepto de sistema operativo.
El documento de Google en clave de cómic acerca de una forma simpática al usuario hacia las principales características de Chrome, pero como afirman en TechCrunch, no hay que engañarse: lo del cómic es una excelente forma de “pintar de forma simpática” un proyecto que es toda una amenaza para Microsoft. Ni siquiera para Firefox, Opera o Safari. Yo diría más. Ni siquiera es una amenaza para Internet Explorer. No.
Es una amenaza para Windows.
Todo en Chrome apunta a ese futuro en el que el concepto de “Cloud Computing” parece estar cada vez más presente. Todo lo podremos hacer a través de Internet. Toda nuestra información, todos los datos con los que trabajamos, todo, estará disponible en la red de redes… si queremos (y probablemente acabemos cediendo -ya lo hacemos hoy-). Obviamente el concepto de trabajo en local (en tu PC o portátil, con las aplicaciones bien instaladitas a la vieja usanza) seguirá existiendo durante cierto tiempo, pero Google Chrome es un primer y revolucionario paso que transforma el concepto de sistema operativo que todos conocemos en algo mucho más amplio.
Chrome es, en esencia, un navegador, sí, pero su propia arquitectura hace que este “súpernavegador” tenga en realidad muchas de las propiedades de un sistema operativo convencional, a saber:
- Es un navegador multihilo: cada página/servicio web se convierte en un hilo de ejecución, y todos ellos están gestionados por un planificador implícito en Google Chrome.
- Gestión de memoria: cada hilo dispondrá de ciertos recursos fuera de los cuales no podrá actuar. La memoria será uno de esos recursos, y eso podría solucionar de forma definitiva el alto consumo de memoria de los navegadores tradicionales.
- Seguridad: ese aislamiento no sólo afecta a la memoria, sino también a la propia seguridad de esos hilos de ejecución, que están limitados gracias a la aplicación del concepto de sandbox. Lo que se haga en una pestaña sólo la afecta a ella, y no existirán (salvo en el caso de plugins y puede que ni siquiera según dicen en Google) posibles accesos de lectura o escritura a recursos que se salgan de esa pestaña. Todos los hilos bien encerraditos y aisladitos. Menos riesgos de seguridad.
- Gears: la inclusión de esta tecnología que permitirá entre otras cosas poder seguir trabajando con aplicaciones y servicios web offline es otra de las claves que llevan a pensar que esto no es un navegador. Chrome permitirá que Internet ya no sólo sea usabe sólo con una conexión telefónica de banda ancha (o estrecha). Podremos seguir trabajando hasta en una cueva, para luego, eso sí, sincronizar los cambios realizados en ambos extremos una vez volvamos a tener conexión. O lo que es lo mismo: cualquier servicio web podrá ser utilizado sin necesidad de conexión. Suites ofimáticas, programas de retoque fotográfico, reproductores multimedia, bases de datos… ¿lo pilláis? ¿Para qué instalar algo en local? (Vale, durante un tiempo la cosa tendrá sus desventajas)
Si a eso le añadimos la inclusión de nuevas tecnologías de ejecución de JavaScript (la gran batalla de los navegadores en sus últimas versiones) y la presencia de WebKit, uno de los motores de renderizado web más prometedores del momento, nos encontramos ante un desarrollo que podría cambiar no solo Internet, sino también la forma en que accedemos a la información y trabajamos con ella.
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