Siempre me gusto la astronomía. Los fenómenos espaciales, las categorías de estrellas y planetas, pero sobre todo, el tamaño colosal al que llegan algunos cuerpos celestes. Esos tamaños tan inmensos que puedo leerlos y pensar “qué increíble”, pero que en el fondo sé que mi mente no lo termina de entender, que no hay forma de comprender realmente la magnitud de esas estrellas, nébulas, galaxias y millones de años luz.