Finalmente las entidades gestoras se han salido, casi, con la suya. Teléfonos móviles, reproductores mp3, Cámaras digitales, dispositivos USB, tarjetas de memoria … verán incrementado su precio por la aplicación de una tasa que compensará a los autores, discográficas, interpretes, actores y así hasta un largo etcétera de las “posibles copias” de obras protegidas que un usuario pueda hacer.
Además, el hecho de que algunos dispositivos precisen de otros para aumentar sus prestaciones incrementará enormemente la factura que deberemos pagar. Así, si por ejemplo, adquirimos un móvil y además deseamos incrementar su capacidad con una tarjeta SD, pagaremos más. Lo mismo puede suceder si adquirimos un lápiz USB (dispositivo sospechoso de contener productos piratas) o una tarjeta para nuestra cámara fotográfica digital.
Ser legal cuesta más
Pero si además, resulta que en vez de descargar de una red P2P una canción la compramos en una tienda online paradójicamente “pagaremos” el doble.
Y es que las discográficas y otros ya reciben una tasa de las canciones que vende iTunes o cualquier otra tienda y que alcanza, en algunas ocasiones, hasta el 50% del valor que pagamos.
Lo ilógico del asunto es que por una parte debemos pagar un canon por un dispositivo en el que vamos a reproducir canciones que cuando las compramos nos cargan otro canon.
La SGAE y otras entidades se quejan de que aún van a recibir poco dinero. Estas mismas entidades deberían también pensar que el consumidor puede llegar a la conclusión de que ser “legal” le es más costoso que bajarse canciones del BitTorrent o de la mula y que en fin no siempre debemos pagar siempre el pato aquellos que compran y pagan religiosamente todo con lo que cargan sus móviles o sus MP3.
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