Las cosas empiezan a estar cada vez más claras: el Senado emplaza al Gobierno a eliminar el canon digital en el plazo de un año, en una enmienda presentada por Entesa Catalana de Progrés y aprobada por todos los grupos con la única excepción del Partido Socialista (El Mundo, Libertad Digital, El País). El voto del Partido Popular, según se comenta en Público y a la espera de mejores explicaciones, parece que respondió a un error, a un patético “no sé ni lo que estoy votando”.
El canon es una aberración. Un impuesto absurdo, una moderna versión de aquel portazgo que cobraban arbitrariamente los señores feudales en el siglo XV a todo aquel que pretendía entrar en las ciudades, una forma de proteger de manera patética un modelo de negocio que se niega a evolucionar con los tiempos y pretende subsistir a base de subvenciones. Nos hemos hartado de protestar, de decirlo, de hacer asociaciones, de recolectar firmas, de escribir artículos, de dar cursos, de participar en conferencias y mesas redondas en todo tipo de foros… El canon es, por su evidente injusticia y arbitrariedad, uno de los temas que más acuerdo concilian en la sociedad española. La votación de la enmienda en el Senado debería reflejar esto mismo: corregir esa situación absurda, pedir al Gobierno que elimine semejante aberración, que deje de establecer ciudadanos de clase A y de clase B, que no intente “poner un estanco” y “dotar de especiales privilegios” a esos “artistas” que pretenden arrogarse en únicos portavoces de la cultura, de una cultura que se avergüenza de ser reclamada para semejantes causas. Pero no, parece que sólo fue “un lamentable error”, y que tanto PP como PSOE parecen apoyar los intereses del “culturetariado” en lugar de las preocupaciones de muchos de sus votantes. Cuando esto llegue al Congreso, tendremos oportunidad de saber quién es quién y a quién apoyan. Mientras tanto, es preciso exigir una toma de postura clara a los partidos, y obrar en consecuencia el próximo 9 de Marzo.
La cultura no está en crisis, ni mucho menos necesita de canon alguno para ser protegida. El canon responde a otros intereses: a los de un negocio de impresionantes magnitudes y con poderosísimos lobbies de poder a su alrededor, que pretende vivir de la sopa boba y negarse a evolucionar con los tiempos. Y no nos engañemos: seguirán intentándolo mientras puedan. Todo parece indicar que esta enmienda tendrá una vida corta, y que el Partido Popular “corregirá su lamentable error” cuando ésta sea votada en el Congreso. Pero al menos, con episodios esperpénticos como éstos, sabemos de qué lado están los políticos y los intereses de quién defienden. Tomaremos nota.
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