jueves, 7 de febrero de 2008

Por que es mejor usar Windows XP en la oficina

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  • En las reuniones matinales entorno a la máquina de café se habla de los últimos virus sufridos por todo el mundo, menos usted por ser usuario de Linux, y se siente por ello marginado.
  • La ausencia de estrés y de cabreos enfurecedores delante de su ordenador le está convirtiendo en una blanda, plácida y sebosa bola de grasa, mientras que sus compañeros se mantienen tensos y alerta todo el día, estallando en un torbellino irascible a la menor ocasión. Usted envidia su combatividad.
  • Al no tener que recordar números de serie, claves, keywords , códigos de registro y períodos de evaluación, su memoria se está deteriorando preocupantemente. Sus compañeros, en cambio, recuerdan cientos de útiles y vitales códigos de registro, los cuales intercambian placenteramente, sin que usted pueda participar de su gozo.
  • La falta de impactantes pantallazos azules está atrofiando el pigmento azul de su retina, por lo que su oculista le ha recomendado que mire fijamente durante varias horas al día al logotipo de IBM. Sus compañeros, en cambio, han hiperdesarrollado su pigmento azul y pueden, de hecho, ver en la oscuridad.
  • En caso de una invasión de seres extraterrestres ultraviolentos (como sucede a menudo) , no podrá, tal como ocurre en “Independence Day”, instalar Outlook en la nave principal de los invasores y de este modo destruir su civilización.
  • Al ser usted usuario de Linux no tiene ninguna excusa para reiniciar su ordenador docenas de veces al día, y observa con envidia como sus compañeros conversan amigablemente en los pasillos durante sus placenteros reinicios, mientras usted se ve obligado -injustamente- a ser productivo todo el tiempo.
  • El dinero que los demás emplean tan provechosamente en licencias, soportes, períodos de renovación y derechos de utilización, usted lo malgasta en ir al cine, en cenas, y en alcohol, lo cual está deteriorando su salud enormemente.
  • Al no ser usted usuario de Windows, ningún amigo le llama para que emplee toda una tarde del fin de semana en reinstalar su ordenador, de modo que se aburre mortalmente mientras sus compañeros disfrutan agradablemente de sus relaciones sociales.
  • Se ve obligado a leer todos los correos que le envía su jefe, sin tener acceso al derecho universal de uso de la utilísima frase “El Outlook no me deja abrirlo”, que sus compañeros tanto disfrutan.

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